sábado, 31 de enero de 2015

REFLEXIÓN DOMINICAL


IV DOMINGO
DEL TIEMPO ORDINARIO

Jesús enseña con autoridad en la Sinagoga (Mc 1, 21-28)
Vemos como Jesús que siempre hace nuevas todas las cosas, hoy atrae las miradas de todos por la forma de enseñar, todos quedaban asombrados de la fuerza de Jesús y de la nueva enseñanza que veían en él: una enseñanza con autoridad, hasta los espíritus inmundos le obedecían, Jesús no era alguien que hablaba de Dios simplemente, allí era el mismo Dios dirigiéndose al corazón de las personas; Jesús es Palabra de Dios, una palabra que da vida, que renueva, ilumina y expulsa el mal, en efecto, los demonios le reconocían porque era Dios mismo quien los reprendía y les era incapaz resistirse al trueno de la voz de Dios, dando a entender que Dios tiene dominio sobre cielo, mar, tierra y al parecer también sobre los infiernos.
Por tanto, queridos lectores, debemos dejar que Jesús, Palabra hecha carne de Dios, llegue a nuestro interior, reprenda toda terquedad existente en nosotros y sacuda nuestra conciencia, porque estamos dormidos y no nos damos cuenta de las cosas que hacemos, tomamos decisiones no muy convenientes, que luego nos llevan a sentir una culpa tal, que con certeza podemos evitar si escuchamos a tiempo la voz de Jesús que habla con autoridad en nuestro corazón. Confiemos, Dios quiere librarnos del mal, pero necesita que le aceptemos, que dejemos que ingrese a nuestras vidas, porque apenas lo haga y empiece a habitar en nuestro ser, solo basta que suene su voz y al punto llega la tranquilidad y la paz y nos vemos de un momento a otro liberados de todo mal.
Que María, oyente fiel por excelencia de la Palabra de Dios, nos ayude a escuchar a Dios y a seguirlo con toda nuestra alma, mente y corazón, en una palabra todo nuestro ser.


Dios los bendiga a todos…. Un servidor Esteban  

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