12 de enero
SAN ANTONIO MARIA PUCCI
SACERDOTE O.S.M.
Fiesta
Originario de Poggiole, Pistoia, Antonio María Pucci ingresó
en la Orden de los Siervos de María a la edad de 18 años.
Luego de su ordenación sacerdotal fue enviado a Viareggio
donde, tres años después, inició su larga actividad de párroco,
que desempeñó con gran celo, prudencia y constante dedicación
hasta su muerte, acaecida en 1892. También tuvo varios cargos
de confianza dentro de la Orden, que, por entonces, renacía con
vigor después de haber sido suprimida por razones políticas. Al
iniciarse el Concilio Vaticano II, en 1962, fue canonizado por el
Papa Juan XXIII.
15 de enero
BEATO SANTIAGO DE VILLA, TERCIARIO O.S.M.
Memoria opcional
Siendo un joven y próspero abogado, terciario de los Siervos de María, Santiago lo
dejó todo para dedicarse al cuidado de los enfermos y de los pobres, a los que
albergó en un hospicio. Por defender esta obra de asistencia, fue asesinado en 1304
por los esbirros de un hombre poderoso, ávido de riquezas. En 1806, el Papa Pío VII
autorizó que se le venerara como beato.
3 de febrero
BEATO JOAQUIN DE SIENA
RELIGIOSO O.S.M.
Memoria obligatoria
Recibido en la Orden de los Siervos de María por, San Felipe Benicio, vivió en los
conventos de Siena y de Arezzo dando un espléndido ejemplo de sencillez evangélica,
humildad y caridad. Su gran amor al prójimo llegó al grado de obtener de Dios llevar,
de por vida la enfermedad de un epiléptico al que no había podido confortar con sus
palabras. Murió el Viernes Santo del 1305. El culto al beato Joaquín de Siena fue
aprobado por Pablo V en 1609.
17 de febrero
SIETE SANTOS FUNDADORES DE NUESTRA ORDEN
Solemnidad
De la reunión de siete laicos florentinos, acaecida por inspiración de la santísima Virgen, surgió, a mediados del siglo
XIII, la familia de los Siervos de María. En su ejemplo de caridad fraterna y de unidad, de contemplación y de humilde
servicio al prójimo, de amor y devoción a santa María, se han inspirado, a lo largo de los siglos, los hermanos y las
hermanas de nuestra Orden. El ideal que los Siete Santos persiguieron y la santidad que alcanzaron son uno de los
frutos más hermosos del movimiento mendicante y de la devoción mariana de aquel siglo. El Papa León XIII canonizó
a los Siete Fundadores en 1888.
Hagamos el elogio de los hombres ilustres
De la tradición sobre el origen de la Orden de los Siervos de la Virgen María(Monumenta Ordinis Servorum Beatae Mariae Virginis, 1,3.5.6.9.11:pp.71ss.)
Siete fueron los varones, dignos de reverencia y honor, que reunió nuestra Señora como siete estrellas, para dar comienzo, por la concordia de su cuerpo y de su espíritu, a la Orden de sus siervos.
Cuando yo entré en la Orden sólo vivía uno de aquéllos, que se llamaba hermano Alejo. Nuestra Señora tuvo a bien mantenerlo en vida hasta nuestros días para que nos contara los orígenes de la Orden. La vida de este hermano Alejo era, como pude ver con mis propios ojos, una vida tan edificante que no sólo movía con su ejemplo a todos los que con él vivían, sino que constituía la mejor garantía a favor de su espíritu, del de sus compañeros y de nuestra Orden.
Su estado de vida, antes de que vivieran en comunidad, constaba de cuatro puntos. El primero, referente a su condición ante la Iglesia. Unos habían hecho voto de virginidad o castidad perpetua, otros estaban casados y otros viudos. Referente a su actividad pública, eran comerciantes. Pero en cuanto encontraron la perla preciosa, es decir, nuestra Orden, no solamente dieron a los pobres todo lo que poseían, sino que se entregaron con gran alegría al servicio de Dios y de la Señora.
El tercer punto se refiere a su devoción a la Virgen. En Florencia existía una antiquísima congregación que, debido a su antigüedad, su santidad y número de miembros, se llamaba «Sociedad mayor de nuestra Señora». De esta sociedad procedían aquellos siete varones, tan amantes de nuestra Señora.
Por último, me referiré a su espíritu de perfección. Amaban a Dios sobre todas las cosas, a él dirigían, como pide el debido orden, todo cuanto hacían y le honraban con sus pensamientos, palabras y obras.
Una vez que tomaron la decisión de vivir en comunidad, y confirmado su propósito por inspiración divina, ya que nuestra Señora les impulsaba especialmente a este género de vida, fueron arreglando la situación de sus familias, dejándoles lo necesario y repartiendo lo demás entre los pobres. Después buscaron a varones prudentes, honestos y ejemplares y les participaron su propósito.
Subieron al monte Senario, edificaron en lo alto una casita y se fueron a vivir allí. Comenzaron a pensar que no sólo estaban allí para conseguir su santidad, sino que también debían admitir a otros miembros para acrecentar la nueva Orden que nuestra Señora había comenzado con ellos. Dispuestos a recibir a más hermanos, admitieron a algunos de ellos y así fundaron nuestra Orden. Nuestra Señora fue la principal artífice en la edificación de la Orden, fundada sobre la humildad de nuestros hermanos, construida sobre su caridad y conservada por su pobreza.
Oración
Señor, infunde en nosotros el espíritu de amor que llevó a estos santos hermanos a venerar con la mayor devoción a la Madre de Dios, y les impulsó a conducir a tu pueblo al conocimiento y al amor de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.
Siete fueron los varones, dignos de reverencia y honor, que reunió nuestra Señora como siete estrellas, para dar comienzo, por la concordia de su cuerpo y de su espíritu, a la Orden de sus siervos.
Cuando yo entré en la Orden sólo vivía uno de aquéllos, que se llamaba hermano Alejo. Nuestra Señora tuvo a bien mantenerlo en vida hasta nuestros días para que nos contara los orígenes de la Orden. La vida de este hermano Alejo era, como pude ver con mis propios ojos, una vida tan edificante que no sólo movía con su ejemplo a todos los que con él vivían, sino que constituía la mejor garantía a favor de su espíritu, del de sus compañeros y de nuestra Orden.
Su estado de vida, antes de que vivieran en comunidad, constaba de cuatro puntos. El primero, referente a su condición ante la Iglesia. Unos habían hecho voto de virginidad o castidad perpetua, otros estaban casados y otros viudos. Referente a su actividad pública, eran comerciantes. Pero en cuanto encontraron la perla preciosa, es decir, nuestra Orden, no solamente dieron a los pobres todo lo que poseían, sino que se entregaron con gran alegría al servicio de Dios y de la Señora.
El tercer punto se refiere a su devoción a la Virgen. En Florencia existía una antiquísima congregación que, debido a su antigüedad, su santidad y número de miembros, se llamaba «Sociedad mayor de nuestra Señora». De esta sociedad procedían aquellos siete varones, tan amantes de nuestra Señora.
Por último, me referiré a su espíritu de perfección. Amaban a Dios sobre todas las cosas, a él dirigían, como pide el debido orden, todo cuanto hacían y le honraban con sus pensamientos, palabras y obras.
Una vez que tomaron la decisión de vivir en comunidad, y confirmado su propósito por inspiración divina, ya que nuestra Señora les impulsaba especialmente a este género de vida, fueron arreglando la situación de sus familias, dejándoles lo necesario y repartiendo lo demás entre los pobres. Después buscaron a varones prudentes, honestos y ejemplares y les participaron su propósito.
Subieron al monte Senario, edificaron en lo alto una casita y se fueron a vivir allí. Comenzaron a pensar que no sólo estaban allí para conseguir su santidad, sino que también debían admitir a otros miembros para acrecentar la nueva Orden que nuestra Señora había comenzado con ellos. Dispuestos a recibir a más hermanos, admitieron a algunos de ellos y así fundaron nuestra Orden. Nuestra Señora fue la principal artífice en la edificación de la Orden, fundada sobre la humildad de nuestros hermanos, construida sobre su caridad y conservada por su pobreza.
Oración
Señor, infunde en nosotros el espíritu de amor que llevó a estos santos hermanos a venerar con la mayor devoción a la Madre de Dios, y les impulsó a conducir a tu pueblo al conocimiento y al amor de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.
19 de febrero
BEATA ISABEL PICENARDI VIRGEN O.S.M.
Memoria obligatoria (Este año Conmemoración)
Isabel Picenardi consagró su virginidad al Señor en la fraternidad de los Siervos de
Mantua (Italia), ‘‘perteneciente a la Congregación de la Observancia. La beata Isabel
se distinguió por su amor a la Eucaristía y a la santísima Virgen, de la que se
consideraba «confidente”. Murió en 1468, a los 40 años de edad. Su cuerpo re posa en
Tor de’ Picenardi, prov. de Cremona. Pio VII aprobó su culto en 1804.
Nota del editor:
Saludos a todos desde el convento Monte Senario (el Retiro- Antioquia) nos escusamos con ustedes nuestros lectores por la falta de actualización del blog y les pedimos que sigan orando mucho por nosotros que de igual manera nosotros lo hacemos por ustedes, esperen dentro de poco un especial sobre este Santo tiempo de Cuaresma que estamos viviendo para disponernos mejor a la celebración de la pascua 2015.
Muchas bendiciones para todos en Jesús y María Santísima
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