SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO
DE SAN JUAN BAUTISTA
Dice San Agustín: La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el
único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de
Juan y el de Cristo. Y es que no es por nada que se recuerda la venida al
mundo de este gran hombre, todos sabemos la función de un faro frente al océano
inmenso o la función de una alarma que despierta en medio de la noche a una población
entera. Pues bien, Juan el Bautista, es ese faro alzado sobre el gran risco que
guio y orientó a los barcos perdidos en el mar a tierra firme y segura, donde
podrán obtener provisiones; la tierra firme y segura, Jesucristo, donde Juan se
posaba y atraía con su luz a todos hacia él, los barcos perdidos, la humanidad,
que sin rumbo fijo y totalmente desorientados andábamos disipados en la
oscuridad y tiniebla, azotados por las olas del pecado, la corrupción y la
maldad. De ahí que Zacarías, padre de Juan, dijera con gran inspiración: Nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Juan el Bautista también fue esa alarma
que despierta en medio de la noche a una población entera. En efecto, no solo fue
una alarma para avisar del gran peligro en el que nos encontrábamos, sino de
igual modo, una alarma que prevenía y advertía de aquello que se venía; Dios se
dio cuenta que el mundo estaba adormilado y sumido en el letargo absoluto por
el pecado, la soberbia y el poder opresor de los letrados y sumos sacerdotes de
aquel entonces, y en ese estado, difícilmente recibirían el Mensaje de
Salvación y de la instauración del Reino de Dios que traería consigo el Verbo
Eterno del Altísimo, Jesucristo. Se necesitaba, por tanto, alguien que
despertara las conciencias, que reorientara y alarmara al pueblo de la perdición
en la que se encontraba; alguien que alzara su voz entre la gente para
llevarlos y ubicarlos de nuevo por el verdadero camino, el de la alianza, la
fidelidad, el bien y la justicia, la paz y la igualdad; alguien que llevara a
cabo esta importante misión guardando la humildad y la sencillez de los hijos
de Dios para que no se llegara a creer más de lo realmente era, un enviado, un
mensajero, un anunciador antes del gran evento. Pero si no eres el Mesías, dinos quien eres, le preguntaban a Juan,
por lo que respondía con seguridad y presteza, yo soy la voz del que clama en el desierto.
Juan
es su nombre, sin duda, un profeta, un discípulo, un apóstol, un verdadero
hombre de Dios, cuya vida es el ejemplo del auténtico cristiano. Porque Juan nace
por obra de Dios y para Dios, nosotros desde el bautismo nacemos en Dios y para
Dios; Juan vivió y anunció con palabras y obras al Señor y Salvador y jamás se consideró
más que él, nosotros debemos pregonar la redención del Señor y dar testimonio
de su vida con la nuestra, como bien decía San Juan Pablo II: profesar y proclamar la Misericordia Divina
en toda su verdad, la cual nos ha sido transmitida por la Revelación.
Muchas más cosas podremos decir
de San Juan Bautista, su figura es importante en todo sentido, de ahí que la
Iglesia celebra con categoría de solemnidad su nacimiento y su misión de abrir
paso a la Luz en el umbral de los tiempos nuevos. Jesús mismo destacó el incomparable
papel del Bautista, cuando dijo: Entre
los hijos de las mujeres, no hay ninguno que se pueda comparar con Juan el
Bautista.
SAN JUAN BAUTISTA… RUEGA POR
NOSOTROS