Jesucristo Sacerdote Eterno
El día de hoy la Iglesia colombiana celebra la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, una oportunidad especialísima que nos da la sagrada liturgia para reflexionar a cerca de este ministerio tan sublime del Señor que no se lo ha reservado sino que lo ha querido dejar a su Iglesia en la persona de los obispos y sus mas fieles colaboradores en el orden sagrado (los presbíteros y diáconos). Glorificar el sacerdocio de Jesús ha de ser muy importante para todos los fieles cristianos pues nos debe llenar de gozo el corazón tener ante el Padre un sacerdote que intercede por nosotros y que a través de sus ministros en la tierra no deja de derramar gracia y bendición sobre su pueblo santo con los sacramentos y la labor pastoral tan importante que hacen los sacerdotes en nuestras comunidades actuando "in persona Christi" en función del único sacerdocio de la alianza nueva y eterna. la carta a los hebreos refiriendo el sacerdocio de Cristo nos dice:
"Además, aquellos sacerdotes fueron muchos,
porque la muerte les impedía perdurar.
Pero éste posee un sacerdocio perpetuo
porque permanece para siempre.
De ahí que pueda también salvar
perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para
interceder en su favor.
Así es el Sumo Sacerdote que nos convenía:
santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado por
encima de los cielos,
que no tiene necesidad de ofrecer
sacrificios cada día, primero por sus pecados propios como aquellos Sumos
Sacerdotes, luego por los del pueblo: y esto lo realizó de una vez para siempre,
ofreciéndose a sí mismo.
Es que la Ley instituye Sumos Sacerdotes a
hombres frágiles: pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, hace el
Hijo perfecto para siempre". (Hb. 7, 23-28)
Este hermoso pasaje de la carta sacerdotal por excelencia nos deja claro que el sacerdocio de Cristo es para la salvación de todos y de allí la importancia de celebrar este día unidos a todos los sacerdotes del mundo entero, de nuestra orden para cantar las alabanzas con los santos y ángeles a nuestro sacerdote y a la vez elevar una plegaria por quienes participan plena o parcialmente de este don inmerecido. Que viva Cristo, glorificado sea su sacerdocio por los siglos...
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