miércoles, 24 de junio de 2015

SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO
DE SAN JUAN BAUTISTA

     Dice San Agustín: La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo. Y es que no es por nada que se recuerda la venida al mundo de este gran hombre, todos sabemos la función de un faro frente al océano inmenso o la función de una alarma que despierta en medio de la noche a una población entera. Pues bien, Juan el Bautista, es ese faro alzado sobre el gran risco que guio y orientó a los barcos perdidos en el mar a tierra firme y segura, donde podrán obtener provisiones; la tierra firme y segura, Jesucristo, donde Juan se posaba y atraía con su luz a todos hacia él, los barcos perdidos, la humanidad, que sin rumbo fijo y totalmente desorientados andábamos disipados en la oscuridad y tiniebla, azotados por las olas del pecado, la corrupción y la maldad. De ahí que Zacarías, padre de Juan,  dijera con gran inspiración: Nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.

     Juan el Bautista también fue esa alarma que despierta en medio de la noche a una población entera. En efecto, no solo fue una alarma para avisar del gran peligro en el que nos encontrábamos, sino de igual modo, una alarma que prevenía y advertía de aquello que se venía; Dios se dio cuenta que el mundo estaba adormilado y sumido en el letargo absoluto por el pecado, la soberbia y el poder opresor de los letrados y sumos sacerdotes de aquel entonces, y en ese estado, difícilmente recibirían el Mensaje de Salvación y de la instauración del Reino de Dios que traería consigo el Verbo Eterno del Altísimo, Jesucristo. Se necesitaba, por tanto, alguien que despertara las conciencias, que reorientara y alarmara al pueblo de la perdición en la que se encontraba; alguien que alzara su voz entre la gente para llevarlos y ubicarlos de nuevo por el verdadero camino, el de la alianza, la fidelidad, el bien y la justicia, la paz y la igualdad; alguien que llevara a cabo esta importante misión guardando la humildad y la sencillez de los hijos de Dios para que no se llegara a creer más de lo realmente era, un enviado, un mensajero, un anunciador antes del gran evento. Pero si no eres el Mesías, dinos quien eres, le preguntaban a Juan, por lo que respondía con seguridad y presteza, yo soy la voz del que clama en el desierto.

     Juan es su nombre, sin duda, un profeta, un discípulo, un apóstol, un verdadero hombre de Dios, cuya vida es el ejemplo del auténtico cristiano. Porque Juan nace por obra de Dios y para Dios, nosotros desde el bautismo nacemos en Dios y para Dios; Juan vivió y anunció con palabras y obras al Señor y Salvador y jamás se consideró más que él, nosotros debemos pregonar la redención del Señor y dar testimonio de su vida con la nuestra, como bien decía San Juan Pablo II: profesar y proclamar la Misericordia Divina en toda su verdad, la cual nos ha sido transmitida por la Revelación.
Muchas más cosas podremos decir de San Juan Bautista, su figura es importante en todo sentido, de ahí que la Iglesia celebra con categoría de solemnidad su nacimiento y su misión de abrir paso a la Luz en el umbral de los tiempos nuevos. Jesús mismo destacó el incomparable papel del Bautista, cuando dijo: Entre los hijos de las mujeres, no hay ninguno que se pueda comparar con Juan el Bautista.

SAN JUAN BAUTISTA… RUEGA POR NOSOTROS



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